Hoy 10 de diciembre de 2025, la música española se ha despertado con la noticia de la pérdida de uno de sus gigantes más incomprendidos y venerados. Roberto Iniesta Ojea, conocido como Robe, el carismático líder de Extremoduro, falleció a los 63 años, dejando un vacío en las entrañas de generaciones enteras de melómanos, soñadores y rebeldes que encontraron en sus palabras lo que otros no se atrevían a expresar.
Para quienes crecieron con Extremoduro pegado a los auriculares, la noticia es devastadora. Para los que nunca lo conocieron, este es el momento perfecto para descubrir por qué Robe no fue simplemente un cantante de rock, sino un filósofo, un literato, un humanista que transformó la angustia en música, la rebeldía en poesía, y los fracasos personales en catarsis colectiva.
¿Quién fue Robe Iniesta?
Robe nació en Plasencia, Cáceres, el 16 de mayo de 1962, en el seno de una familia humilde. Su padre era chapista, su madre ama de casa. A los dieciséis años abandonó los estudios para trabajar y tocar en bares locales. Pero algo diferente bullía en ese chaval extremeño: una capacidad sobrehumana para transformar el dolor, la frustración y el deseo en versos que te atravesaban el pecho como puñales de hielo.
En 1987 fundó Extremoduro, una banda que recorrería tres décadas forjando el rock transgresivo español. No fue un fenómeno inmediato. Durante años, mientras otras bandas ganaban premios en televisión, Extremoduro construía su imperio en los márgenes, en garajes, en pequeños locales, en la lealtad de una comunidad de inadaptados que reconocían en Robe a su profeta.
En 1996, todo cambió. El álbum Ágila los catapultó a la fama, sin perder un ápice de su esencia transgresiva. Desde entonces, Robe cargó con la responsabilidad de ser el último gran poeta del rock en español, el hombre que no tenía miedo de hablar de lo prohibido, de lo sucio, de lo que ardía por dentro.
Robe siguió creando, evolucionando, abriendo nuevos caminos cada vez más experimentales y complejos hasta que, hace un año, un grave problema de salud (un tromboembolismo pulmonar) lo obligó a retirarse de los escenarios.
5 canciones que definen su legado
1. «Buscando una luna» (1996) — La búsqueda eterna
De su álbum Ágila, «Buscando una luna» es probablemente la canción más hermosa que Robe grabó jamás. Con una orquestación que mezcla jazz, rock duro y una sensibilidad casi de banda sonora de cine, la canción encarna uno de los temas obsesivos de Robe: la búsqueda de lo inalcanzable, ese anhelo que nos define como seres humanos.
La luna es metáfora de aquello que perseguimos sin saber si lo merecemos, sin saber si será nuestro. Es la canción de los soñadores que entienden que la belleza está en la búsqueda misma, no en el hallazgo.
Para nuevas generaciones: Esta es una puerta de entrada perfecta. Si nunca escuchaste Extremoduro, empieza aquí. La melancolía, la sofisticación melódica, el cuidado instrumental: todo conspira para atraparte.
Para los que lo conocían: Aquí está el Robe que se ganó nuestra devoción, el hombre capaz de hacer música que suena a libertad.
2. «So payaso» (1996) — La máscara del dolor
También de Ágila, «So payaso» es una piedra filosofal. Con un big band pseudo sinfónico en la parte final, la canción habla del que se disfraza de bufón para ser amado, del que hace reír para no llorar, del que muere cada noche bajo su propia máscara.
La canción se parece a «Entre dos tierras» de Héroes del Silencio, pero con una rabia más oscura, una desesperación más visceral. Es una balada sobre la imposibilidad del amor, sobre la soledad que te rodea cuando todos ríen de tus chistes.
Para nuevas generaciones: Aquí descubrirás por qué Robe no era un rockero más. Era un cronista del sufrimiento humano, un chamán del desencanto.
Para los que lo conocían: Aquí está ese Robe que te hacía sentir menos solo en tu soledad.
3. «La ley innata» (2008) — El manifiesto de la rebeldía
Después de una década de carrera, Robe compuso uno de los trabajos más ambiciosos de su vida: un álbum conceptual de cuatro movimientos inspirado en una cita de Cicerón sobre la ley natural que llevamos dentro, no la que nos enseñan.
«La ley innata» es una obra épica donde Robe batalla contra la pérdida de su inspiración creativa. Con ritmos progresivos, guitarrazos metaleros y una poesía que alcanza cotas casi shakespearianas, el álbum es un himno de combate contra todo lo que nos dice que debemos ser.
El tercer movimiento («Lo de dentro») es particularmente devastador: una declaración de intenciones donde la inspiración creativa es más importante que la propia vida, donde Robe cabalga entre el deseo más intenso y el derecho fundamental a existir tal como uno es.
Para nuevas generaciones: Si eres joven y sientes que el sistema, la sociedad, el mundo te ahoga, escucha este disco. Es medicina. Es un abrazo de alguien que ya pasó por ahí.
Para los que lo conocían: Aquí está Robe en su forma más experimental, más filosófica, más desgarrada.
4. «Mayéutica» (2021) — La catarsis de la madurez
En 2021, a los 59 años, Robe lanzó un disco de estudio en solitario que lo cambió todo: «Mayéutica», una canción que dura más de media hora y es un viaje onírico por el dolor, el amor rechazado, la esperanza ilusoria y la aceptación final.
«Mayéutica» —término filosófico que significa «dar a luz el conocimiento»— es un trampantojo auditivo que suena hermoso pero es puro dolor que se desangra. Robe canta sobre una relación desigual, sobre esperar lo imposible, sobre dejar las puertas abiertas por si el amor vuelve, sobre no saber cómo acaba el cuento porque no quiere saber que no hay final feliz.
Pero aquí está la magia: aunque es una canción sobre el fracaso, rebosa dignidad. Robe no se queja; reflexiona. No maldice; bendice. No se rompe; se reinventa.
Para nuevas generaciones: Escúchalo cuando tengas el corazón roto. Entenderás que el dolor bien vivido, bien transformado en arte, es lo más hermoso que existe.
Para los que lo conocían: Aquí está Robe maduro, sin una gota de amargura, convertido en un cocinero que tiende ropa en el tendedero y encuentra paz en lo cotidiano, pero sin haber renunciado a la magia.
5. «El poder del arte» (2023) — El último regalo
En 2023, a pesar de los problemas de salud que acechaban, Robe lanzó su último álbum: «Se nos lleva el aire». De este trabajo emerge una canción que se convierte en su declaración final: «El poder del arte».
Robe nunca fue un hombre que buscara la fama o el dinero. Su único culto era al arte, esa fuerza invisible que te empuja a crear aunque nadie te entienda, aunque todo te duele. «El poder del arte» es una meditación sobre la capacidad transformadora de la música, la literatura, la pintura: sobre cómo el arte nos salva cuando todo lo demás falla.
Es la canción de un hombre que ha vivido tres décadas predicando desde el pulpito de las canciones, viendo cómo sus palabras encuentran eco en corazones que ni siquiera conocía. Es su última lección.
Para nuevas generaciones: Si alguna vez dudas de por qué vale la pena crear, vale la pena soñar, vale la pena luchar por lo que amas aunque nadie lo entienda: escucha esta canción. Robe te lo explica mejor que yo.
Para los que lo conocían: Aquí está el Robe anciano pero invicto, el maestro en su clase final, el poeta enseñando que la única fe que necesitamos es la fe en el poder del arte.
Este listado de cinco temas no pretende ser, ni de lejos, un canon cerrado de “las mejores canciones” de Robe Iniesta, porque hay decenas que ya forman parte de la historia del rock y de la música española; es, más bien, un repaso representativo que recorre sus distintas etapas creativas, desde los años de Extremoduro hasta su obra más reciente en solitario, para que tanto quienes crecieron con él como quienes lo descubren ahora tengan una visión amplia de su legado
El legado que se queda
Robe Iniesta no fue un músico perfecto. Sus producciones eran a veces caóticas, sus direcciones artísticas impredecibles, sus letras a menudo incomprendidas por quienes esperaban consignas simples. Pero eso era exactamente su genio: la negación a simplificar, la insistencia en la complejidad, la fe radical en que la gente era lo suficientemente inteligente para entender sus metáforas.
Fue galardonado en 2024 con la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, un reconocimiento tardío pero justo para alguien que llevaba tres décadas transformando el rock español en literatura, en filosofía, en un grito de batalla contra la mediocridad.
Su agencia de comunicación lo resumió perfectamente en el comunicado que anunciaba su muerte: «Hoy despedimos al último gran filósofo, al último gran humanista y literato contemporáneo de lengua hispana».
Robe nos deja un tesoro: no un conjunto de canciones, sino un legado en forma de espejo. Cuando escuches «Buscando una luna», te verás buscando tu propia luna. Cuando escuches «So payaso», reconocerás la máscara que llevas. Cuando escuches «La ley innata», te levantarás del sofá dispuesto a ser auténtico. Cuando escuches «Mayéutica», sabrás que el dolor transformado en belleza es sagrado. Y cuando escuches «El poder del arte», comprenderás por qué Robe dedicó su vida a esto.
Descansa en paz, maestro. El último gran poeta del rock español se ha ido, pero su ley innata, la que llevamos dentro quienes tuvimos la fortuna de escucharte, seguirá guiándonos.















